martes, 16 de septiembre de 2014

La residencia Kaufmann (F.C.S.)

"Si los que caminan por sus veredas no distinguen su toque ingles en sus ladrillos, identica construccion con aire ferroviario pasa por alto como una vieja casona en un barrio tranquilo..."


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Desde su llegada a General Roca, el señor Kaufmann se incorporó al nivel de sus mejores vecinos. El joven y eficiente alemán instaló su banca particular y se dedicó a esa actividad, trasladándose todas las semanas a la recién asentada capital de Neuquén, para formalizar las operaciones de sus clientes. Viajaba en sulky y cruzaba el río en balsa (recién en 1937 se iba a inaugurar el actual puente carretero). Construyó su primera residencia sobre la calle Belgrano, entre Isidro Lobo y Rohde, que aún se mantiene muy enhiesta y donde funciona la Cámara del Trabajo. Cuando Kaufmann regresó a Europa en los años veinte, esa residencia fue adquirida por la familia de don Christian Nielsen y posteriormente por don Emilio Valcarce. En 1920, al fundarse en General Roca el Banco de Río Negro y Neuquén, Kaufmann fue su primer gerente y por varios años la entidad funcionó en la esquina de Hipólito Yrigoyen e Italia, hasta que en 1930 ocupó el entonces imponente edificio de avenida Roca (entonces Centenario), donde ahora por las noches se reúnen los jóvenes para bailar y divertirse.

Don Walter, era un hombre muy culto y servicial. Ya en 1920 intentó crear en la ciudad su primer cuerpo de bomberos, pero su iniciativa no pudo concretarse entonces y sólo logró un gran "éxito cómico" entre los vecinos.
Recién hacia 1950 se cumplió su sueño: se constituyó la Asociación Bomberos Voluntarios, que tan importantes y abnegados servicios ha prestado a la comunidad. Levantó su sede en terrenos que él donó y la presidió durante largos años.

El banco, el F.C.S. y la casona
Jaime Molins era amigo del entonces director del periódico "Río Negro", Fernando Emilio Rajneri. Molins estaba vinculado con el Alto Valle rionegrino porque en 1919 había publicado el libro "El Alto Valle del río Negro" auspiciado por la empresa inglesa Ferro Carril Sud. Además, tenía otros libros y escribía en varios diarios, entre ellos "La Nación". Unido a Molins estaba Jorge Dantil, que acababa "de fundar con franco éxito el Banco de Formosa. Hombre de negocios muy versado en materia comercial, dominaba ampliamente el campo del mutualismo y la cooperación". Parece que ambos -según surge de documentación consultada- tuvieron la idea de crear un banco regional. Propusieron la iniciativa a vecinos destacados del Valle, Neuquén y Choele Choel. Hubo varias reuniones preparatorias, con la certeza de contar con los capitales necesarios y, además, "a nadie escapa que pueden coadyuvar en prudencial escala los adinerados de la Capital Federal que tienen en la zona fincas e intereses de no despreciable monto", opinaba el "Río Negro".
Inicialmente se resolvió reunir acciones por quinientos mil pesos (primera serie). Solamente en General Roca y cercanías hicieron punta Huergo y Canale (de la famosa bodega), con diez mil pesos, cinco mil de Taduri; Vellón, diez mil; Christian Nielsen, cinco mil; Alfredo Viterbori, diez mil y Equiza cinco mil, entre otros. En Neuquén Pedro Arabarco, quince mil.

Desde febrero de 1920 el hotel Toscano de General Roca se había constituido en lugar de reunión de Molins, Dantil y vecinos para crear el banco regional. El proyecto marchaba muy bien y se puede decir que rápidamente, seguido semana a semana por el "Río Negro" y con su apoyo periodístico, se fijó el jueves 20 de mayo de aquel año para la asamblea constitutiva, consideración del estatuto y nombramiento del primer directorio. Esta vez la confitería La Central, de Janun Hnos. y Daduque, de General Roca, los recibió a partir de las 13. La asamblea fue presidida por Miguel Piñeiro Sorondo, conocido empresario allense y contó con la presencia de vecinos de otras localidades. Se aprobó el estatuto y se nombró a los integrantes del primer directorio del Banco de Río Negro y Neuquén SA: presidente, Christian Nielsen; vice, Ernesto Taduri; segundo, Marcos Enacam; vocales, Agustín Fernández, Pedro Arabarco y Francisco Carabelli; síndico titular, Guillermo J. Miro; suplente, Gustavo Lueiro, y gerente, Walter Kaufmann. Posteriormente Gustavo Lueiro fue designado contador tesorero.

El sábado 15 de enero de 1921 -hace 90 años- abrió sus puertas el Banco de Río Negro y Neuquén SA. Hubo champagne. Inicialmente funcionó en la antigua casa de la calle Isidro Lobo, luego en la residencia de W. Kaufmann en calle Belgrano, después en una propiedad de Alfredo Viterbori y desde 1930, en la avenida Roca (ex Centenario). Omitimos los detalles de este primer banco regional patagónico que tuvo sucursal en los más importantes pueblos valletanos, Neuquén, Bahía Blanca y Buenos Aires. En pocos años tuvo varios cientos de empleados y constituyó la segunda fuerza económica luego de la gobernación y uno de los principales del interior del país, hasta su triste liquidación. La fecha de apertura que tenemos en cuenta surge del periódico "Río Negro" y no de lo que expresan otros autores en libros.










El semanario “Río Negro” también participó en esta campaña y en sus páginas puede advertirse un furor entre los colonos por la iniciativa. Vecinos de la localidad -a iniciativa del joven Walter Kaufmann- cursaron un telegrama al Ministerio de Agricultura solicitando que envíen semillas a la colonia agrícola General Roca. 
Pero éstas no eran las únicas preocupaciones lugareñas. Las comunicaciones, y entre ellas la que corresponde al dilatado capítulo de la construcción de caminos en la Norpatagonia, fueron un tema muy atendido por la prensa local de esos años. “El Diario” del Neuquén inauguró sus números de 1915 denunciando que los favorecidos por la construcción de caminos en el territorio eran los que “desde ya se empeñan en la cuarta reelección del gobernador”.
Poco tiempo antes, periódicos de la zona informaban que se prolongaría la línea del Ferrocarril Sud con el sueño de conectar esta localidad con Chile. En tanto, se iniciaba un servicio ordinario desde Neuquén capital a Zapala. Las medidas tendientes a mejorar las comunicaciones activaron entonces la plaza inmobiliaria, visible en la importante venta de solares en esta localidad, que ya contaba con una interesante cantidad de habitantes. Por aquellos años se proyectaba construir una estación ferroviaria en Las Lajas, conectada con la Confluencia sólo por un transporte. 
Las Termas de Copahue también eran noticia. Durante la primera década del siglo algunas comisiones de estudiosos habían arribado al lugar para estudiarlas, y una autoridad mundial en la materia informaba sobre las riquísimas propiedades que ellas tenían.
En 1915 el semanario “Río Negro” informaba que los señores Coppa y Gilbet inauguraban un servicio de galeras que unía Neuquén, Cipolletti, Allen y Roca, advirtiendo a los pasajeros que el trayecto desde la Confluencia a Roca tomaba unas dos horas y media y el pasaje costaba cuatro pesos por pasajero (para tener una referencia de valores, la suscripción anual al semanario salía entonces diez pesos ). 
En ese mismo año la sucursal del Banco de la Nación en Neuquén ofrecía préstamos a agricultores del territorio, y los vecinos de Roca protestaban porque el mencionado establecimiento crediticio no abría sus puertas en esta localidad con iguales fines. Poco tiempo después se confirmó la anexión de los departamentos de General Roca y El Cuy al Territorio del Neuquén. La decisión del Ministerio del Interior se justificó en las distancias enormes que separaban a Roca de la capital del territorio y la cercanía con su vecino. De este modo, estos departamentos fueron parte del mapa neuquino por dos años. 
Durante ese tiempo sucesos trágicos acaecían en la capital del territorio vecino. Una cinematográfica fuga de presos de la cárcel local terminó con el asesinato de los evadidos en el paraje Zainuco. Como consecuencia de una investigación en torno de los crímenes que llevó adelante Abel Chaneton, director del diario “Neuquén”, éste fue ultimado y el territorio, intervenido en 1917.





Este reporte pretende exhumar de un injusto olvido la memoria de uno de los más importantes vecinos de General Roca, que junto con muchos otros que llegaron a poblar esta colonia, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, dedicaron una larga vida a participar del esfuerzo común para desarrollar la más importante población del Alto Valle del Río Negro. No lo olvidemos cuando durante alguna urgencia cotidiana pasemos frente al antiguo y sólido chalé de la calle Tucumán, y tratemos de evocarlo en la época cuando albergaba la biblioteca y el violín de don Walterio Ludovico Kaufmann.

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